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Mujeres en Tech: Rompiendo el Techo Digital

Cómo la comunidad de Harvard Business School (HBS) está enfrentando el estereotipo del “brogrammer” en tecnología.

HBS Entrepreneur-in-Residence Janet Kraus is the CEO of fashion e-commerce company Peach. (Photo by Webb Chappell)

HBS Entrepreneur-in-Residence Janet Kraus is the CEO of fashion e-commerce company Peach. (Photo by Webb Chappell)

JANET KRAUS NO USA UN POLERÓN. No vive en Silicon Valley. No escribe código. Y, lo más importante es que ella no es un hombre heterosexual, blanco de 20 años. “He creado empresas tecnológicas,” dice esta emprendedora del HBS. Ella es una mujer exitosa de 48 años que usa un traje de negocios, y que vive en Boston. “Soy una CEO tech.”

Con tan pocas mujeres en roles de liderazgo en el sector TIC y con una brecha de género tan importante en el ámbito, el título que lleva Kraus significa mucho más que su posición de liderazgo en su empresa de moda femenina online, Peach. También es un desafío a la industria donde el potencial de una empresa es muchas veces proyectado en base a sus rasgos comunes con otras empresas exitosas. Muchas de cuales están lideradas por CEOs que se parecen muchísimo a Mark Zuckerberg.

Por muchos años, el área de la tecnología ha tenido una reputación de ser el reino del videojugador, el coder, el hacker – todos estereotípicamente hombres. Las estadísticas de hoy tienden a validar esa imagen. En 2014, Google reportó que 7 de cada 10 de sus más de 48.600 empleados era hombre. El número crece aún más entre sus ingenieros y sus gerentes, y solamente 3 de los top 36 ejecutivos y gerentes era una mujer. Las revelaciones de Google inspiraron a otras empresas a reportar también sobre la cantidad de mujeres empleadas. Por ejemplo, Apple (98.000 empleados) y Twitter (3.300 empleados), reportaron porcentajes similares: participación de alrededor de 70% masculino y 30% femenino (tampoco fue una gran sorpresa que esas empresas también reportaran un porcentaje muy alto de empleados blancos).

Ahí empiezan las historias. Aunque pocas mujeres que trabajan en estos ámbitos ofrecen detalles personales sobre sus encuentros con el sexismo y el acoso sexual, los escuchan con mucha frecuencia. Durante el año pasado, también los han leído en las noticias on- y off-line, debido a un juicio de acoso sexual y discriminación que inició una de las co-fundadoras de Tinder, una app de citas online. También los han escuchado desde el CEO de Microsoft, Satya Nadella, que dijo en una conferencia que las mujeres no deben pedir un aumento de sueldo, sino que deben “tener fe en que el sistema les dará aún aumento merecido en el tiempo merecido.” (En el ámbito de la tecnología, los hombres ganan un promedio de 24% más que las mujeres, según datos del Bureau of Labor Statistics.)

Estas historias no son alentadora – sin embargo, la respuesta masiva a ellas lo ha sido. Y estos números y porcentajes tampoco son alentadores – sin embargo, la publicación de los mismos lo ha sido. El año pasado marcó la primera vez de que la mayoría de las empresas tech ha publicado sus estadisticas sobre la brecha de género. La conversación está cambiando. La pregunta ya no es: ¿tiene la industria tech una brecha de genero? Sino que: ¿cómo lo resolvemos?

TECH NO SIEMPRE tuvo una brecha de género, al menos no al ver los números. En los primeros días de la industria, cuando el tamaño de un computador era igual que un dormitorio completo, las mujeres tuvieron una presencia importante en el campo de la programación; eran las coders. En los Estado Unidos, el número de mujeres graduadas con títulos de computación crecieron durante los años 60 y 70, hasta la mitad de los años 80. En 1985, 37% de los titulados de computación eran mujeres. Pero en 2012, solamente 18% de los titulados en computación eran mujeres. ¿Por qué? Nadie sabe con certeza, pero el cambio coincide tanto con (1) el invento del computador personal, que fue marketeado como un juguete para niños, como con (2) el aumento del perfil del “nerd techie” (que también se asocia a un perfil masculino).

Este estereotipo del “brogrammer” ha jugado un rol importante en el desarrollo de la nueva industria tecnológica, que ahora es dominada por hombres. “Cuando una mujer ve a un hombre en un polerón en un garage,” dice Kraus, “es una imagen que no calza con su camino laboral.” Kraus ha visto esta dinámica de primera mano como una emprendedora. Cuando co-fundó y fue la CEO de Circles, un servicio de conserje corporativo en 1997, habían menos mujeres aún en el ecosistema del emprendimiento. Cuando vendió Circles in 2007, la empresa tenía 1.000 empleados y unos $75 millones de dólares en ingresos. Después, Kraus co-fundó y vendió el sitio de turismo de lujo, Spire.

Ahora Kraus está investigando como erudita el rol de las emprendedoras. Durante su tiempo en HBS – como miembro de la facultad y ahora como asesora para estudiantes de MBA que están emprendiendo – Kraus dice que sus colegas le han preguntado por otros nombres de mujeres fundadoras y CEOs, dentro de la industria tech y en otras industrias. Al final decidió hacer una lista. Ella identificó a más de 60 emprendedoras exitosas – a las cuales llama “mujeres de alta velocidad” – cuyas carreras podrían entregar algo de insight a estas preguntas. “Quería entender qué es lo que hicieron para romper la barrera,” dice Kraus de su investigación.

A través de entrevistas personales, Kraus y su equipo de investigación encontró algunos rasgos comunes dentro de las mujeres emprendedoras. Por ejemplo, la mayoría recordó de haber recibido motivación empresarial cuando niña. Para Kraus, estas mujeres y sus historias son claves para motivar a otras mujeres a entrar el campo tecnológico y navegar sus desafíos. “Estas mujeres son modelos a seguir,” dice. Es fácil dudar que haya un lugar en tech y emprendimiento para mujeres hasta que ves los caminos diversos y exitosos que han tomado otras mujeres: “¡Vaya! Esta mujer partió su empresa cuando tuvo apenas 22 años. Esta mujer lo hizo a los 28 años. Ella estaba levantando fondos cuando estaba embarazada. Esta mujer lo hizo justo después de tener hijos,” dice Kraus. “Necesitas ver que sí se puede hacer.”

El primer paso para aumentar el número de mujeres en roles de liderazgo en tech es crear modelos a seguir, y esto es algo que los alumnos de HBS ya están logrando. Mujeres que aspiran ser líderes en tech pueden ver a la COO de Facebook y autora del libro Lean In, Sheryl Sandberg (MBA 1995), y la presidenta y CEO de HP Meg Whitman (MBA 1979). También pueden ver a emprendedoras como Victoria Ransom (MBA 2008), que co-fundó la firma de desarrollo de software de marketing social Wildfire en 2008 (vendió la empresa de más de 350 empleados a Google en 2012 por un valor estimado de entre $240-$400 millones de dólares), y la co-fundadora de CloudFlare Michelle Zatlyn (MBA 2009), solo para mencionar algunos ejemplos.

Como Kraus, Michelle Zatlyn tiene una lista de cientos de nombres de otras mujeres en el ámbito tech. Son muchas más que podría nombrar cuando ella partió trabajando en tech hace 10 años, o cuando fundó CloudFlare, una empresa de seguridad de internet, con su compañero Matthew Prince (MBA 2009) hace 5 años. Para Zatlyn, que supervisa la experiencia del usuario en CloudFlare, la tendencia es alentadora: “No quiero desmotivar a las mujeres a que se metan en esta industria. Hay muchas mujeres que están haciendo cosas muy interesantes– avanzando rápidamente, creando grandes empresas, y trabajando en problemas duros.”

In the early days of the tech industry, many women worked as coders. The number of women in computer science began to decrease after 1985. (Courtesy of NASA)

In the early days of the tech industry, many women worked as coders. The number of women in computer science began to decrease after 1985. (Courtesy of NASA)

PARA LAS QUE ESTÁN COMPROMETIDAS a promover a las mujeres en posiciones de liderazgo en tech, una educación en computación es un punto de partida. Esa es la lógica detrás de grupos como Girls in Tech y Girls Who Code que combinan el poder del liderazgo con una introducción a los campos de programación, ciencia, tecnología y matemáticas (STEM). Alexis Maybank (MBA 2004) forma parte del directorio de Girls Who Code. “Escucho las historias de las mujeres,” dice sobre las chicas involucradas en el programa. “Empieza temprano. Historias de ser rechazadas en el laboratorio de computación porque es ‘solamente para niños’.”

Maybank es un ejemplo de alguien cuyo interés en tech no fue desanimado. Después de graduarse de Harvard College en 1997, ella llegó a Silicon Valley justo cuando el internet empezó a infiltrar el día a día de todo el mundo. Maybank trabajó como una agente de inversión en algunas de las primeras ofertas públicas de acciones (OPA) de compañías de internet justo antes de entrar a trabajar en eBay. Desde ese entonces, ha trabajado en e-commerce, y fue una de las fundadoras del Gilt Groupe junto a su compañera Alexandra Wilkis Wilson (MBA 2004). Ahora las alumnas de Girls Who Code trabajan como practicantes en Gilt Groupe. Esta ONG tiene grupos de niñas en escuelas en más de 20 estados.

El canal es muy delgado,” dice Maybank, “pero los números están creciendo.” En HBS, los números son muy alentadores. Actualmente The Tech Club tiene más de 500 miembros; casi 40% de ellos son mujeres. (Los graduados de la clase de MBA del HBS este año son alrededor de 40% mujeres). Y durante los últimos tres años, el club ha sido liderado por co-presidentas y un equipo de liderazgo muy diverso.

Aunque 17% de los graduados de la universidad en 2014 estudiaron carreras tecnológicas, muchos alumnos – tanto hombres como mujeres – que están interesados en el ámbito tech no conocen lenguajes de computación. Para combatir esto, hace dos años el Tech Club introdució un programa de programación educacional. “Cuando estás trabajando en tech, es importante ser culto en temas de tecnología,” dice la co-presidenta Tatiana Louneva (HBS 2015). “Necesitas poder conversar con – y ganar el respecto de – los ingenieros.” Louneva, que espera ir a vivir a Silicon Valley después de la graduación, tomó un curso de ciencias de la computación en la universidad. Para otros que no pueden comprometerse a un semestre entero, hay muchos cursos online que les pueden servir como Codecademy, Code.org, y muchos otros.

Para muchos alumnos, es la educación, no el tema de diversidad, lo que les preocupa al entrar a carreras tech, dice Louneva. Ella, por su cuenta, no se siente como pionera en la industria. “Hay muchas mujeres que son modelos a seguir,” dice, listando rápidamente cinco mujeres influyentes.

PARA MUCHOS MIEMBROS del Tech Club, las startups serán su punto de partida en el mundo tech. Eso muchas veces significa levantar capital, lo cual presenta otra barrera para las mujeres fundadoras y CEOs. Levantar capital, dicen muchos, no es fácil para nadie. Aun así, las emprendedoras mujeres – que representan 11% de la fuerza laboral según el Global Entrepreneurship Monitor – reciben mucho menos fondos de capital de riesgo que los emprendedores hombres.

HBS Tech Club copresident Tatiana Louneva (HBS 2015) will head to Silicon Valley after graduation. (Photo by Webb Chappell)

HBS Tech Club copresident Tatiana Louneva (HBS 2015) will head to Silicon Valley after graduation. (Photo by Webb Chappell)

Alison Wood Brooks es una profesora de HBS que ha investigado la brecha de género en “pitches” de emprendedores. Su paper publicado en 2014 produjo titulares en las noticias: los inversionistas prefieren a los hombres. Aunque cuando el contenido de los pitches de las mujeres – observado tanto en experimentos de laboratorio como en terreno – fue el mismo, a los hombres “guapos” les costó mucho menos convencer a los inversionistas de darles dinero. El segundo pitch más atractivo para los inversionistas fue el de los hombres que fueron considerados “no-guapos.” Las mujeres – “guapas” o “no-guapas” – fueron los menos probables de convencer a un inversionista a concretar una inversión.

El paper reconoce que este tipo de prejuicio de los inversionistas “no necesariamente representa el comportamiento irracional de mercado.” Aunque estos prejuicios son muchas veces subconscientes, dice Brooks, “si tus medidas son ‘éxito’ y ‘oportunidad de inversión’ puedes deducir que a los hombres “guapos” les ha costado menos. Y eso es extremadamente frustrante.

Brooks y los co-autores (incluyendo a su hermana gemela, una emprendedora) no estudiaron intervenciones para cambiar este prejuicio – el cual fue tan prevalente entre inversionistas mujeres como en inversionistas hombres – pero ella espera que sus descubrimientos generen más conversaciones sobre cómo cambiar esta disparidad. “El primer paso es el awareness. Mientras más inversionistas y emprendedores lo reconozcan, habrá más posibilidades de hablar abiertamente al respecto y hacer esfuerzos para superarlo,” dice Brooks.

En 1999, The Diana Project – un proyecto para estudiar a mujeres emprendedoras – encontró que menos del 5% de los fondos de capital de riesgo fueron invertidos en empresas con mujeres en sus equipos ejecutivos. Un siguiente estudio publicado en 2014 encontró una brecha similar, pero con un poco más de progreso: entre 2011 y 2013, alrededor de 15% de los fondos de capital de riesgo fueron invertidos en empresas con una mujer en su equipo ejecutivo.

Aquí hay oportunidades,” dice Edith Pripas Dorsen (MBA 1984, MPA 1985). Dorsen ve muchas más posibilidades para mujeres emprendedoras en tech – y para inversionistas. Junto a su compañera Monica Dodi (MBA 1984) fundaron el Women’s Venture Capital Fund en 2011. Actualmente el fondo tiene firmas de cinco-etapas en su portafolio– incluyendo a NVoice Pay, liderada por la CEO y co-fundadora Karla Friede (MBA 1989). La meta es financiar compañías que tienen equipos ejecutivos con mujeres y hombres. “El nombre es un poco inapropiado,” dice Dorsen, citando investigaciones que muestran el éxito del liderazgo diverso. El nombre ha sido más una herramienta para diferenciar al fondo. “No estamos interesadas en un ‘boys club’ ni un ‘girls club’.”

Tres años después de su creación, el Women’s Venture Capital Fund todavía es uno de los únicos fondos de capital de riesgo con la misión de financiar empresas con líderes mujeres. “Los inversionistas – que sean inversionistas directos o a través de redes de inversionistas ángeles – tienen que darse cuenta que esto es una oportunidad verdadera de generar dinero,” dice Dorsen. En eso el fondo está progresando. En algún momento los inversionistas del Women’s Venture Capital Fund fueron casi todas mujeres. Ahora son casi 50% hombres.

Michelle Zatlyn (MBA 2009) cofounded Cloudflare, a successful internet security company. (Photo by Jeff Singer)

Michelle Zatlyn (MBA 2009) cofounded Cloudflare, a successful internet security company. (Photo by Jeff Singer)

LA EDUCACION PUEDE motivar a más mujeres a considerar el campo tecnológico, y el acceso a los fondos de capital de riesgo puede financiar startups lideradas por mujeres, pero la reputación que tiene el área de una cultura enfocada en los hombres sigue siendo un obstáculo, dicen muchos. A la industria no le faltan solamente coders mujeres ni emprendedoras mujeres. El déficit de mujeres en negocios tech también es un tema. Un estudio hecho por Catalyst, que estudia mujeres en negocios, encontró que solo 18% de las mujeres recién graduadas de un MBA toman puestos gerenciales en empresas tech, comparado con 24% de los hombres. Casi la mitad de las mujeres abandona la industria, comparado con 31% de los hombres.

No es un problema exclusivo al sector tech – la mayoría de las industrias son dominadas por hombres – pero para muchas firmas tech “esto es un territorio nuevo,” dice Robin Ely, profesora y decana senior para Culture and Community; ella también está a cargo de la Iniciativa de Género de la escuela.

Por muchos años Ely ha estudiado el género en negocios, y ha enfocado sus investigaciones en firmas de servicios profesionales. Recién se le acercaron muchas compañías tech grandes para conversar sobre el tema del género en el lugar de trabajo. Las firmas tech están empezando a reconocer muchas de las mismas preocupaciones que hay en otros sectores, como por ejemplo el efecto de los problemas en el equilibrio entre el trabajo y el hogar en las mujeres, y la tensión que existe en la percepción de ser competentes pero amables al mismo tiempo. “Lo que es diferente en la industria tech es que aún no están hablando de estas preocupaciones,” dice Ely. “No están hablando del gran porcentaje de mujeres que dejan sus puestos, o de las mujeres que abandonan por completo el campo laboral.”

Hay varias lecciones que la industria tech – que aún es joven – puede aprender de sectores que han tenido más experiencia con el tema de la brecha de género. Pero una respuesta a la pregunta de “porqué no hay más mujeres que son CEOs en tech” es que simplemente hay menos CEOs mujeres en todos los sectores. Según Catalyst, en 2013 solamente 14,6% de los puestos ejecutivos en empresas Fortune 500 fueron ocupados por mujeres. “Ninguna industria se ha liberado del problema,” dice Ely. Aunque la cultura tech se ha ganado – y tal vez se merezca – una mala reputación en los medios de comunicación, el problema es masivo, y un cambio cultural es la única solución.

Para el profesor Boris Groysberg, el desafío más grande que tiene la industria tech– que también es un desafío que todos los sectores deben enfrentar – no es solamente aumentar el número de mujeres en tech. “Tenemos que llegar al punto donde hacemos que valgan los números,” dice. La diversidad necesita ser aprovechada para crear una nueva cultura que abarca las habilidades de todo el equipo. La investigación de Groysber – publicada en 2012 con Deborah Bell en conjunto con WomenCorporateDirectors y Heidrick & Struggles – también preguntó a ejecutivos alrededor del mundo si eran efectivos en aprovechar la diversidad. Solamente 1% de aquellos respondieron que sí. (El sector de salud tuvo más confianza en su habilidad de aprovechar la diversidad; un 12% de los ejecutivos dijeron que lo hicieron bien).

La reputación que tiene la industria tech como un campo laboral dominado por hombres puede reducir el número de mujeres que atraídas a trabajar en el sector, dice Groysberg. Él ve un momento de oportunidad para las empresas tech inteligentes, para convertir el tema de la inclusión a una ventaja competitiva al momento de contratar talento y levantar fondos.

La co-fundadora tech Michelle Zatlyn muestra un caso fuerte a favor de la inclusión simplemente al hacer que su empresa CloudFlare sea exitosa. “Hay inversionistas de los que hemos decidido no aceptar dinero, y ellos me han dicho cosas totalmente irresponsables,” comenta ella. “Siento que es mi responsabilidad demostrar que ellos están equivocados. Quiero estar rodeada de gente que no le importe que yo sea una mujer, y crear una empresa muy grande, muy exitosa para que esos inversionistas puedan decir, “Oh, deberíamos haberla tomado más en serio’.” Y tal vez lo deberían haber hecho: CloudFlare ahora maneja 5% del tráfico web del mundo y ha sido valuada en $1.000 millones de dólares.

[Fuente original en ingles]

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Mujeres en Informática en Chile: Un testimonio

isabel2

Hace unos días nos reunimos colegas titulados de Informática entre 1995 y 1998. Nos reunimos unas 50 personas, de las cuales 7 éramos mujeres, siendo que al titularnos las mujeres éramos cerca de un 30%. Al observar esa cifra le pregunté a un profesor de mi Universidad sobre las mujeres en la carrera al día de hoy, y cuál será mi sorpresa al responderme que ya no se ven mujeres en las aulas de informática. Eso corroboraba lo que ya había oído en conversaciones y visto en artículos: la preferencia de las mujeres por esta carrera va en picada, y no me refiero sólo a la carrera mientras se estudia, sino a “hacer carrera” profesional desarrollándose o siquiera manteniéndose en esta industria.

¿Me daría algo de luz la reunión con los colegas? Pues fui con el oído más aguzado y la mente más desprejuiciada (o lo más desprejuiciada luego de leer artículos de “¡oh pobre informática que te quedas sin mujeres!” o “pobres empresas informáticas que se quedan sin mano de obra barata” o “pobre mujer a la que valoran menos que a sus colegas hombres”):

  • (Un hombre a otro) – ¿Y tu señora? – En la casa con los niños, como corresponde.
  • (Un hombre a otro) – Hola Pepito ¡tanto tiempo! – Sí, desde la U que no nos vemos. – Dame tu celular, para que nos juntemos a almorzar con Juanito. – ¡Inmediatamente! vamos el martes. – Hecho (justamente era el mismo colega, al que yo había invitado a almorzar antes, pero que no tenía tiempo.)
  • (Mujer) Ya no estoy en al área informática, sino en la comercial, es muchísimo mejor.
  • (Hombre) Trato de no viajar por mucho tiempo porque la señora en la casa se aburre.
  • (Típico abordaje de un hombre a otro) ¿Como te ha ido? ¿en que estás? ¿como van tus cosas? ¿es buen negocio el [blabla]?
  • (Típico abordaje de una mujer a otra) ¿Como está tu familia?
  • (Típico abordaje de un hombre a una mujer) ¡Los años no pasan por acá! jeje ¿Como esta la familia?
  • (Típico abordaje de una mujer a hombre) …

Vi la diferencia, y no me gustó.

Pensé que con estas condiciones, una mujer en esta carrera debe tener no sólo vocación por ella, sino también: indiferencia ante los temas de género, cuero duro y autosuficiencia aunque se llegue al extremo de la vocación por la soledad. Así recordé a compañeras de la U que hasta al baño iban juntas y me di cuenta que les debe haber sido algo duro entrar a trabajar a una oficina con la mayoría o sólo colegas hombres.

Quizás para mi no fue duro ya que si una actividad me gusta, el que sea mayoritariamente masculina, me es insignificante. Por ejemplo, los deportes que practicaba en la Universidad eran casi exclusivamente de hombres, y aunque no hacía amigos (y obviamente no amigas) en ellos, tampoco esperaba hacerlos, era tanta la pasión que nos convocaba a esas prácticas que el solo hecho de estar ahí era un premio, sin esperar nada más (¡que simples y bellos tiempos!).

Pero esa “pasión” universitaria generalmente cambia al momento de entrar al trabajo. La gran mayoría de los colegas (de lo que he observado) no hacen todo lo que le apasiona sino apenas les alcanza el tiempo para hacer lo que el mercado, el jefe o el cliente pide. Entonces es cuando el reconocimiento, el rendimiento, el ascenso y en resumen el desarrollo de carrera, comienza a depender mucho más de la vida social en el trabajo que de los conocimientos técnicos. Y creo que ahí justamente comienzan a decaer las mujeres: si ya está el estigma que el informático no socializa mucho con sus pares (que en mi experiencia es sólo un mito) socializan mucho menos con pares de otro género (y en mi experiencia eso no es un mito). Así, mujeres que ya eran minoría al salir de la universidad comparten menos con la mayoría de sus colegas, no hacen carrera y simplemente se van a otras áreas donde las valoren más (en lo social y económico), lo cual es su derecho, por lo que nunca se me ocurriría darles el discurso para que permanezcan en esta industria, aunque hayamos sido colegas, o amigas.

Nunca les diría “conformate”, “agacha el moño”, “así es la vida” (incluso creo que el infierno tiene un lugar especial para los que abusan de esta frase). Al contrario, les he dicho que la vida es valiosa como para ocuparlas con ingratas (personas o carreras), pero ahora se me ocurriría decirles algo más:

No estamos aquí por casualidad, vinimos a hacer lo que nos gusta. ¿Momentos duros? quizás para otros, nosotras disfrutamos, rompimos esquemas desde un principio, y quizás estamos llamadas a eso, a romper las barreras invisibles, desde las que nos separan de nuestros colegas, hasta los techos que impiden nuestros ascensos. ¡A romper con todo!!!

Suena bonito en el discurso, pero otra cosa es con guitarra. ¿Como romper esas barreras? eso da para otro artículo.

Sobre la autora: Isabel Villavicencio Guíñez es Ingeniera Civil Informática e Industrial. Dedicada a la tecnología e interesada en su impacto en la sociedad. Puedes conectar con ella a través de LinkedIn.

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Cuando las mujeres dejaron de programar

Una de las razones por las que hay relativamente pocas mujeres en el área de ciencias y tecnología es la creencia de que las mujeres somos malas para las matemáticas. Un estudio de 2008 publicado en la revista Science ya refutaba esa idea, concluyendo que “la diferencia entre los resultados en matemáticas desaparece en los países con una cultura más igualitaria entre géneros”, como Suecia o Noruega.

Se trata de un asunto cultural, donde tanto hombres como mujeres creen que el género femenino es naturalmente malo para las matemáticas, aun cuando hay evidencia que demuestra que no es así.

Un gráfico publicado por NPR muestra un fenómeno interesante en el área de la computación:

wcompHasta mediados de la década de los 80′, había porcentualmente tantas mujeres estudiando computación como derecho, medicina u otras ciencias en Estados Unidos. Sin embargo, en 1984 algo ocurrió, y la proporción empezó a caer de forma dramática, mientras que en los demás campos las mujeres siguieron aumentando.

NPR hace un interesante análisis en el que muestra que en ese momento comenzaron a aparecer los primeros computadores personales (los PC), que en sus inicios eran vendidos como “juguetes” en los que podías jugar Pong y quizás escribir algún texto. El marketing de estos juguetes era casi por completo dirigido a hombres y niños.

Con eso, se creó una narrativa en que los computadores son para niños, y definió quiénes eran los nerds que luego vimos en series de televisión y películas, y determinó la cultura tech y la revolución de los computadores.

Exclusión

Esta exclusión, donde las mujeres se quedan voluntariamente fuera porque creen que este espacio no es para ellas, nos quita oportunidades para crear nuevos desarrollos y traer perspectivas diferentes a la tecnología.

También es un tema de ignorancia, cuando muchos piensan que nunca ha habido mujeres involucradas en el sector tecnológico. Pero eso es falso: La primera programadora fue Ada Lovelace, poco conocida y estudiada, pero cuya historia ha resurgido en los últimos años en un intento por motivar a las mujeres a participar más. “Cuando han sido borradas de la historia, te quedas sin grandes modelos a seguir”, dice Walter Isaacson, autor de la biografía de Steve Jobs y de un reciente libro llamado The Innovators, donde rescata la historia de algunas mujeres importantes para el desarrollo de la computación, como  Grace Hopper o las “mujeres computadoras” de la Segunda Guerra Mundial.

No será fácil revertir el curso que hemos visto en los últimos 30 años, pero la buena noticia es que hoy hay conciencia de que esto es un problema. Iniciativas como dedicarle un capítulo de un libro a las mujeres – o apoyar a Girls in Tech – son pequeñas, pero ayudan.

Sobre la autora: Cony Sturm es una periodista tech que, anteriormente, fue la editora de FayerWayer. Te puedes conectar con ella a través de Twitter: @conysturm.

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