Hace unos días nos reunimos colegas titulados de Informática entre 1995 y 1998. Nos reunimos unas 50 personas, de las cuales 7 éramos mujeres, siendo que al titularnos las mujeres éramos cerca de un 30%. Al observar esa cifra le pregunté a un profesor de mi Universidad sobre las mujeres en la carrera al día de hoy, y cuál será mi sorpresa al responderme que ya no se ven mujeres en las aulas de informática. Eso corroboraba lo que ya había oído en conversaciones y visto en artículos: la preferencia de las mujeres por esta carrera va en picada, y no me refiero sólo a la carrera mientras se estudia, sino a “hacer carrera” profesional desarrollándose o siquiera manteniéndose en esta industria.
¿Me daría algo de luz la reunión con los colegas? Pues fui con el oído más aguzado y la mente más desprejuiciada (o lo más desprejuiciada luego de leer artículos de “¡oh pobre informática que te quedas sin mujeres!” o “pobres empresas informáticas que se quedan sin mano de obra barata” o “pobre mujer a la que valoran menos que a sus colegas hombres”):
- (Un hombre a otro) – ¿Y tu señora? – En la casa con los niños, como corresponde.
- (Un hombre a otro) – Hola Pepito ¡tanto tiempo! – Sí, desde la U que no nos vemos. – Dame tu celular, para que nos juntemos a almorzar con Juanito. – ¡Inmediatamente! vamos el martes. – Hecho (justamente era el mismo colega, al que yo había invitado a almorzar antes, pero que no tenía tiempo.)
- (Mujer) Ya no estoy en al área informática, sino en la comercial, es muchísimo mejor.
- (Hombre) Trato de no viajar por mucho tiempo porque la señora en la casa se aburre.
- (Típico abordaje de un hombre a otro) ¿Como te ha ido? ¿en que estás? ¿como van tus cosas? ¿es buen negocio el [blabla]?
- (Típico abordaje de una mujer a otra) ¿Como está tu familia?
- (Típico abordaje de un hombre a una mujer) ¡Los años no pasan por acá! jeje ¿Como esta la familia?
- (Típico abordaje de una mujer a hombre) …
Vi la diferencia, y no me gustó.
Pensé que con estas condiciones, una mujer en esta carrera debe tener no sólo vocación por ella, sino también: indiferencia ante los temas de género, cuero duro y autosuficiencia aunque se llegue al extremo de la vocación por la soledad. Así recordé a compañeras de la U que hasta al baño iban juntas y me di cuenta que les debe haber sido algo duro entrar a trabajar a una oficina con la mayoría o sólo colegas hombres.
Quizás para mi no fue duro ya que si una actividad me gusta, el que sea mayoritariamente masculina, me es insignificante. Por ejemplo, los deportes que practicaba en la Universidad eran casi exclusivamente de hombres, y aunque no hacía amigos (y obviamente no amigas) en ellos, tampoco esperaba hacerlos, era tanta la pasión que nos convocaba a esas prácticas que el solo hecho de estar ahí era un premio, sin esperar nada más (¡que simples y bellos tiempos!).
Pero esa “pasión” universitaria generalmente cambia al momento de entrar al trabajo. La gran mayoría de los colegas (de lo que he observado) no hacen todo lo que le apasiona sino apenas les alcanza el tiempo para hacer lo que el mercado, el jefe o el cliente pide. Entonces es cuando el reconocimiento, el rendimiento, el ascenso y en resumen el desarrollo de carrera, comienza a depender mucho más de la vida social en el trabajo que de los conocimientos técnicos. Y creo que ahí justamente comienzan a decaer las mujeres: si ya está el estigma que el informático no socializa mucho con sus pares (que en mi experiencia es sólo un mito) socializan mucho menos con pares de otro género (y en mi experiencia eso no es un mito). Así, mujeres que ya eran minoría al salir de la universidad comparten menos con la mayoría de sus colegas, no hacen carrera y simplemente se van a otras áreas donde las valoren más (en lo social y económico), lo cual es su derecho, por lo que nunca se me ocurriría darles el discurso para que permanezcan en esta industria, aunque hayamos sido colegas, o amigas.
Nunca les diría “conformate”, “agacha el moño”, “así es la vida” (incluso creo que el infierno tiene un lugar especial para los que abusan de esta frase). Al contrario, les he dicho que la vida es valiosa como para ocuparlas con ingratas (personas o carreras), pero ahora se me ocurriría decirles algo más:
No estamos aquí por casualidad, vinimos a hacer lo que nos gusta. ¿Momentos duros? quizás para otros, nosotras disfrutamos, rompimos esquemas desde un principio, y quizás estamos llamadas a eso, a romper las barreras invisibles, desde las que nos separan de nuestros colegas, hasta los techos que impiden nuestros ascensos. ¡A romper con todo!!!
Suena bonito en el discurso, pero otra cosa es con guitarra. ¿Como romper esas barreras? eso da para otro artículo.
Sobre la autora: Isabel Villavicencio Guíñez es Ingeniera Civil Informática e Industrial. Dedicada a la tecnología e interesada en su impacto en la sociedad. Puedes conectar con ella a través de LinkedIn.